martes, 27 de noviembre de 2007

Un día distinto

Viernes, aproximadamente 7.30 p.m., luego de una muy agradable tarde, tras haber disfrutado unas cervezas entre buenos amigos, burlarnos del curso jalado de Andrés y de la transformación de mañorenzo, rutina sin ninguna malicia, ocurrió un hecho detestable. Un compañero oriental, muy apreciado por todos los presentes, fue victima de un ataque sin motivo, por parte de unos cobardes.

Aquella tarde fue distinta a la de otros fines de semana, baterías Rose no existe más, lo cual es una tragedia ya conocida por todos los que alguna vez disfrutaron de su cálido ambiente. Pero no solo este hecho marcaba la diferencia, resultaba ser el último viernes antes del culminar las clases y para no perder la costumbre, debíamos ingerir alcohol en grandes cantidades.

6.00 p.m., el momento había llegado, ante la partida de algunos de nuestros cofrades, correspondía beber ron, bebida alcohólica cuyo consumo aumento notablemente durante el presente ciclo académico. Producto de tomar está dulce bebida, es lógico y natural que el cuerpo pretenda expulsar aquel líquido extra, y es en ese preciso instante que se exterioriza la urgencia de miccionar.

Kenyi, decidió evacuar en aquel Chifa de mala muerte, ubicado frente a Wayitos, mientras que el resto de nosotros continuábamos en nuestro camino a la cirrosis. De pronto y sin motivo aparente comenzó una pelea entre nuestro amigo y los cocineros del mencionado local, contienda en la cual Kenyi supo defenderse muy bien, a pesar de ser atacado por dos malditos cobardes.

Luego de este hecho, la mayoría de nosotros pensó que debíamos contestar a esta agresión, haciendo uso del único medio en que estos imberbes podrían entender, la violencia. Pero no contábamos con que los mencionados tusán, convocarían la presencia de una decena de delincuentes, los cuales nos sorprendieron a todos con su llegada, pues nos superaban ampliamente en número.

En aquel momento, Javier se encontraba encarando a estos sujetos, que deshonran la herencia de sus antepasados. Ante el ingreso de los criminales al restaurante, lo primero que se me cruzó por la cabeza fue sacar a Javier del establecimiento, pero antes de poder hacer nada, los miserables salieron a rodear a Renzo, el cual nada podría haber hecho frente esta jauría de perros.

Todo pasó tan rápido que apenas puedo recordarlo, uno de los nuestros apareció, cual león pelador sin ley, a la defensa de Renzo, se trataba de aquel delgado muchacho denominado por sus amigos como una estrella infantil de Hollywood. Makuly, es su sobrenombre y si bien demostró que no se amilana frente a los momentos de peligro, cometió el error de ir con la guardia abajo y recibió un golpe.

Y es que con este tipo de gente no se puede hablar, porque sencillamente no entienden. Ante esta ofensa, Makuly dominado por la furia se fue encima de su agresor y comenzaron lo que llegó a convertirse en una verdadera batalla campal. Estos bravucones optaron por retroceder, no entendí el motivo hasta que empezó la lluvia de piedras, ladrillos y botellas.

Ante esta situación el buen Víctor, pretendió detenerlos para evitar que alguno de nosotros saliera lastimado, demostrando carácter, temperamento y valentía. Sin embargo su buena intención, fue contestada con el lanzamiento de un ladrillo, por parte de los pandilleros, el cual impacto en su rostro y lo derribó, este atropello determino el momento de nuestra partida.

En el camino de regreso a casa no pude dejar de pensar en las reacciones que tomamos ante estas situaciones, estas se resumen en dos: por un lado los que, como los ya mencionados forajidos, obedecen a un instinto estúpido e irracional; y por el otro los que enfrentan a la adversidad con gallardía y son capaces de mirar de frente a quienes osan clavar sus pupilas, sin temor a la ceguera.

Gonta

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